Es bonito detenerse unos instantes, con los ojos cerrados, a "escuchar" los aromas del barrio y visualizar lo que deseamos iluminar en nuestras vidas.
En Japón, el arte de oler incienso o Koh-Do pretende ser un entrenamiento para agudizar los sentidos, relajar el alma y mejorar el estado de alerta. Se dice que el incienso no se huele, sino que se escucha. El objetivo es que el olor les transporte a otros estados. Así que, además de ser un ejercicio olfativo, también tiene algo de terapéutico y ritual.